23 may 2011

CUESTIONES EXISTENCIALES


Me da ASCO matar a un bicho.
No puedo soportar el momento en que la “cosa” es aplastada, ver el puré amarillento que le explota del cuerpo en el momento del CRASH. El sonido crujiente de las tripas me causa impresión, mezcla de papas fritas con fluidos intestinales. Es algo que roza lo escatológico. Pensar en reventar a un bicho me repugna. No es por buena, no soy hippy, o ambientalista; nada. Me da lo mismo un insecto más en la tierra.
Conviví con arañas tranquilamente, hasta que sobrepasaban el tamaño que considero natural para una sana coexistencia. Las arañas chiquititas son las más peligrosas, eso todo el mundo lo sabe, pero las grandes peludas me dan impresión, desgraciadamente; una injusticia. Mato irracionalmente influida por el aspecto estético del insecto. Lo mismo digo de las cucarachas, me corto un pie antes de pisar alguna.
Esto me llevó a desarrollar un método para exterminar intrusos. Les echo el frasco de insecticida hasta que mi cerebro estalla pidiendo una gota de oxígeno. Tengo varios tipos de insecticidas, rojo, naranja, violeta… uno para cada ocasión. Todo es mucho más limpio. Pulcro. Impecable. Y se reduce a una pasada seca de escobillón. Otra cosa que desarrollé es el sentido de observación. Aveces cronometro el tiempo hasta su muerte. Espero mirando al bicho que se atonta, que se estremece pataleando hasta que el veneno lo tensa y lo deja duro. En las arañas es notable el cambio significativo de tamaño. Quedan reducidas a un ovillo digno de un prendedor. Quien lo diría, la muerte las embellece.



ACÁ LE DEJO ALGO PARA QUE SEGUIR PENSANDO, si éste es un blog que propone una exigencia intelectual.


1 comentario:

  1. Los budistas creen en el karma, una ley cósmica cuya principal enmienda dice que todo lo que uno hace retorna. Los budistas por eso no matan insectos, pero me pregunto ¿alguna vez alguien fue aplastado por una cucaracha o por un mosquito gigante?

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